
Por sus "curvilineas" aún vigentes, se dejaba traslucir que en sus años mozos, más de uno sucumbió a sus voluptuosos encantos.
Recuerdo que un día de esos medio relajados, un colega charlaba con la fulana en cuestión. En eso me acerco y el parroquiano de prepo me dice:
- Que opinás de esta mujer.
Y le respondí mirando de arriba abajo a la dama.
- Es una gran mujer. Y luego de una pausa, mirándole de cotiojo, agregué.
- Por donde se la mire...
La compañera, no sabía si agradecer o mandarme a mudar.
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