Un cotudo lucía sin querer queriendo su gran bola en la tacuara. No le quedaba otra, pese a las bromas de los puebleros.
Un mañana radiante un amigo se acerca y en tono serio le dice:
- Oye, qué grande está tu coto!!!
- Si puej, se ha crecido, le responde el cortesano.
- Y por qué no le echás aceite de pata (por la esposa del pato), le dice el amigo.
- Y acaso cura eso?, consulta el cotoplín.
- No, le dijo. Pero le da un brillo boningo.
- Oye, qué grande está tu coto!!!
- Si puej, se ha crecido, le responde el cortesano.
- Y por qué no le echás aceite de pata (por la esposa del pato), le dice el amigo.
- Y acaso cura eso?, consulta el cotoplín.
- No, le dijo. Pero le da un brillo boningo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario